20 Abril 2025
Evangelio
Juan 20: 1-9
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Reflexión
Rev. Joe Corpora, C.S.C. ’76, ’83 M.Div.,
Associate Director,
Transformational Leaders Program
El hecho de que Jesús está vivo es mucho más importante que el hecho de que resucitó hace dos mil años. El hecho de que vivimos espiritualmente con Él es tan importante como el hecho de que viviremos con Él para siempre. La resurrección de Cristo o la nuestra es una realidad actual, algo que estamos viviendo, no algo que estamos esperando.
La resurrección de Jesús no fue la reanimación de su cadáver. Esto es una resucitación, como lo que pasó a Lázaro. Aunque fue algo grande, Lázaro tuvo que morir otra vez.
En cambio, lo de Jesús es una resurrección. Fue la transformación de su modo de existencia y de revelarse a nosotros. Nuestra resurrección no va a ser la simple reanimación de nuestro cuerpo muerto. Será una transformación de todo nuestro ser. Todo lo que pensamos que está muerto ya no será. Nuestros ojos verán cómo ve Jesús. Nuestras manos tocarán como tocan las de Jesús. Nuestras bocas hablarán como habla Jesús. Será una transformación de todo nuestro ser. Esto me trae tanta esperanza.
El Evangelio cuenta la experiencia del sepulcro vacío. María Magdalena, Pedro y el discípulo amado buscaban el cadáver de Jesús. Encontraron el sepulcro todo en orden, y no sabían qué pensar. Juan y Pedro corren. De eso viene la letra en Las Mañanitas. Quisiera ser un San Juan, quisiera ser un San Pedro. O sea, quisiera ver a Cristo resucitado.
La redención de Jesucristo es para todos. Esta redención llega a cada persona en el mundo, sin excepción. Nadie está fuera del alcance de Dios.
La resurrección es una luz que ya brilla. Nadie puede tapar el sol con un dedo. La resurrección de Cristo es un hecho actual.